viernes, 28 de diciembre de 2018

Ecclesia Dei. Un análisis


A lo que era un rumor, ya todos lo dan por confirmado: el Papa Francisco disolverá la Pontificia Comisión Ecclesia Dei. Y es aquí donde comienzan las hervir las interpretaciones de un lado y del otro. 
Fuentes variadas y veraces que habitan o conocen los entresijos de la Curia y del Palazzo de la Doctrina de la Fe son unánimes en llevar tranquilidad: esta decisión de ninguna manera perjudicará la aplicación del motu proprio Summorum Pontificum. Es decir, las misas en la forma extraordinaria del rito romano se seguirán celebrando con normalidad y en las condiciones acostumbradas. 
¿Por qué entonces la supresión?, nos preguntamos. Y aquí hay algunas interpretaciones. 
  1. Es una muestra más del odio del Papa Francisco a la Tradición, a la que se ha propuesto destruir. No se trata de negar lo evidente: Bergoglio es modernista. Pero Bergoglio es también el destilado más refinado del jesuitismo y a los jesuitas, como ellos mismos lo admiten, la liturgia les un importan un bledo. El Papa Francisco no tiene el menor interés por la cuestión litúrgica, no entiende nada de eso y no le interesa entenderla. La considera una pérdida de tiempo; un ornato inútil de lo verdaderamente importante que es alcanzar un mundo mejor y más humano, y acrecentar su poder. Realpolitik. Por eso, me niego a creer que la jugada sea arremeter contra la misa tradicional. Si eso estuviera entre los objetivos del Santo Padre, habría hecho el daño hace mucho tiempo y de un modo más efectivo, ya que tiene todo el poder para hacerlo y habría estado acompañado por la prensa mundial y por los obispos. Por el contrario, salvo caprichos puntuales, no tocó la cuestión litúrgica. Los hecho desmintieron los rumores apocalípticos que se corrían: Piero Marini no fue nombrado prefecto de la Congregación del Culto Divino, donde continúa el cardenal Sarah, Guido Marini sigue siendo el maestro de ceremonias, la peregrinación anual del Populus Summorum Pontificum se sigue realizando y se celebra nada menos que en el altar de la cátedra de la basílica de San Pedro -bajo sus propias narices- un pontifical en rito tradicional. Más aún, autorizó a todos los sacerdotes de la FSSPX a celebrar los sacramentos sin que puedan ser objetados por obispos o canonistas.  Esto no significa, sin embargo, que las segundas líneas más cercanas al pontífice no tengan un particular interés en acabar con el rito extraordinario, de modo especial varios obispos italianos, rodeados de siniestros personajes como Andrea Grillo. No hay que descartar entonces que la supresión de Ecclesia Dei haya sido fogoneada también por estos grupos, esperando obtener alguna ganancia secundaria, pero no por presión o decisión de ellos.
  2. Es una concesión a la FSSPX. Esta es la teoría que sostiene el texto de L’Homme Nouveau. Es sugerente que la decisión aparezca pocas semanas después de la visita del Superior General de la Fraternidad a la Curia romana y es cierto, además, que el Papa Francisco ha demostrado particular empeño en solucionar la cuestión lefe, pero me parecería simplista explicar la decisión de ese modo. Hay un hecho cierto y es que la FSSPX y sus fieles nunca vieron con buenos ojos a la Comisión Ecclesia Dei. Hago esta afirmación en base al conocimiento directo que tengo de fieles lefes de Francia y Alemania. Es posible que en Argentina la situación sea distinta. Muchos fieles de la Fraternidad se consideran los dueños de la tradición litúrgica y exigen ser los adjudicatarios exclusivos de la franquicia. “El que quiera ir a misa tradicional, que vaya a un priorato”, dicen. Y por eso, el motu proprio del papa Benedicto XVI nunca les simpatizó, sencillamente porque les sacó mucha clientela y superpobló la oferta con un buen número de nuevos institutos religiosos de corte tradicional. Como los obreros de la primera hora, se quejan de que los que vinieron al final de la jornada y apenas si sufrieron los cansancios del día, reciban el mismo salario. No digo que sea esta la opinión mayoritaria, pero sí lo es de buena parte de la FSSPX, pero aún así, nada habilita a pensar que la supresión de Ecclesia Dei se deba a sus presiones o deseos.
  3. Es parte de la reestructuración de la Curia Romana. Esta es la teoría que con más fuerza sostiene Edward Pentin. Sin negar que posiblemente la decisión sirva efectivamente para el reordenamiento que se promete para el año próximo, me parece un poco ingenuo sostener que ha sido esa la causa principal. Si lo que se quiere hacer es reordenar la Curia para tornarla más eficiente y ahorrar dinero, lo lógico es que se presente un plan global, y no sólo de un apéndice bastante secundario. 
  4. Mi interpretación. Me inclino por pensar que se trata de una decisión que responde a la lógica misma que guió la creación y desarrollo de la Comisión. Recordemos que fue creada por Juan Pablo II luego de la consagración de los cuatro obispos por Mons. Lefebvre, con la misión de ofrecer refugio a todos aquellos miembros de la FSSPX que desearan salir de la organización que era considerada cismática. En pocas palabras, fue creada para debilitar a los lefes. Se trataba de una Comisión independiente y presidida por un cardenal. Durante la gestión de Castrillón Hoyos se establecieron los contactos de acercamiento entre la Sede Sede y Ecône, y las primeras conversaciones con Mons. Fellay que culminaron con el levantamiento de las excomuniones que pesaban sobre los obispos. Ecclesia Dei, en ese momento, dejó de tener sentido si se mantenía su primer objetivo puesto que ya no habían interesados en salir de la Fraternidad que, además, había dejado de ser cismática y era apenas una hermana un poco díscola que no terminaba de decidirse a aceptar el pack completo de los generosos ofrecimientos romanos, puesto que se empeñaban en discutir previamente las cuestiones doctrinales de los "errores" del Vaticano II. Fue así que Benedicto XVI introdujo una importante reforma: si querían discutir cuestiones doctrinales, el interlocutor debía ser la Congregación para la Doctrina de la Fe y así, le quitó la autonomía a Ecclesia Dei, la ubicó dentro de ese dicasterio con un  secretario arzobispo que reportaría al cardenal prefecto. Las discusiones entre Roma y la Fraternidad se empantanaron rápidamente, por lo que la Comisión  comenzó a ocuparse subsidiariamente de las comunidades religiosas tradicionales y a garantizar la correcta aplicación del motu proprio. Tiempo más tarde, sobre todo a partir de la llegada de Bergoglio al papado, su misión prioritaria pasó a ser lograr la incorporación plena de la FSSPX a la comunión romana bajo la forma de una prelatura personal. Pero estas  interminables negociaciones con los lefes, se frustraron y en el capítulo general de la Fraternidad de hace algunos meses se impuso la facción anti-acuerdo. Esto significó la sentencia de muerte del secretario de la Comisión, Mons. Guido Pozzo debido a su estrepitoso fracaso, y el fin de la Comisión Ecclesia Dei, porque luego de más de una década se mostró inútil para alcanzar su objetivo. Estas son las decisiones que tomaría el CEO de cualquier empresa o  el presidente de cualquier país serio: desprenderse de lo que consideran inútil o ineficiente. Por cierto que los progres que reptan en la Congregación del Culto Divino y en la Conferencia Episcopal Italiana habrán alentado la medida y se estarán regodeando, pero no me parece que la decisión obedezca primariamente a sus influencias. En lo hechos fríos, la supresión de Ecclesia Dei significa un fortalecimiento y espaldarazo a quienes se consideran adalides y custodios de la tradición litúrgica: la FSSPX. 
  5. ¿Y ahora qué? He consultado a varias fuentes seguras y discretas que pertenecen a la Curia y a otras cercanas a la agonizante Comisión. Todas coinciden en afirmar que no hay motivos de alarma con respecto a la continuidad y vigencia del motu proprio, que es lo que realmente nos interesa. La Comisión quedará reducida a un ufficio u sección de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y será comandada ya no por un arzobispo, sino por un capoufficio. En este sentido, se trata de un debilitamiento, pero me aseguran que ese ufficio seguirá atendiendo todos los casos que hasta la fecha se le presentaban a Ecclesia Dei. Por otro lado, quien ahora en teoría garantizará directamente la aplicación de Summorum Pontificum será el cardenal Ladaria aunque -debo confesar-, no le veo mucha pinta de perro guardián. 

Espero no equivocarme en mi análisis. Si acierto, los fieles comunes y silvestres como yo, y los buenos curas que nos celebran la misa tradicional, no notarán ningún cambio y todo seguirá, por ahora, como siempre.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Ecclesia Dei


Publico a continuación la juiciosa opinión de Jacques Bégué, del L’Homme Nouveau, sobre la aparente supresión de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei.


La información más precisa sobre los rumores de la supresión de la Comisión Ecclesia Dei fue publicada ayer por Marco Tosatti, 26 de diciembre de 2018 en el blog Stilum Curiæ. Con razón, Tosatti señala en su artículo la conexión entre la existencia de Ecclesia Dei y la Fraternidad de San Pío X.
La reciente visita de Don Pagliarani, superior general de la FSSPX, y el abbé du Chalard a Roma fue testimonio del fracaso de las largas negociaciones lideradas por Mons. Pozzo, Secretario de la Comisión Ecclesia Dei, con Mons. Fellay. El "prerrequisito doctrinal" mencionado por el cardenal Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y presidente de la Comisión Ecclesia Dei, por un lado, y la insistencia en la importancia de las discusiones doctrinales, adelantadas por los representantes de la Fraternidad, por otro lado, han devuelto el posible reconocimiento canónico de la FSSPX a las kalendas griegas [Recordemos que la propuesta de la Santa Sede era proceder al reconocimiento canónico dejando de la lado las discusiones doctrinales, mientras que la Fraternidad considera que primero deben resolverse esas diferencias].
Para la FSSPX, la Comisión, creada hace 30 años por el motu proprio Ecclesia Dei adflicta, a fin para contrarrestar el efecto de las consagraciones de los cuatro obispos realizadas por el arzobispo Lefebvre, es una especie de espantapájaros para sus sacerdotes y sus fieles. Consideran que es  humillante tratar con la Comisión Pozzo, que es un instrumento orientado a congregar a numerosos  sacerdotes y comunidades tradicionalistas. Lo que la FSSPX desea es discutir de potencia a potencia, es decir, directamente con la Congregación para la Doctrina de la Fe. Y esto supone el  fracaso de la “solución de Francisco”, que no pasaba por una preocupación doctrinal, sino por una preocupación por la realpolitik.
Para decirlo claramente, la condición previa real que plantea la FSSPX para cualquier acuerdo canónico es la abolición de la Comisión Ecclesia Dei.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

San Flavito, feministas y abusos

“Flavito era un cristiano que luego de la invasión de los lombardos, en 568, fue vendido como esclavo a Montano, un hacendado de Troyes, en la Galia, quien lo casó con otra esclava y lo hizo su escudero. Pero la buena relación que tenía con su patrón se vio rota en una ocasión ya que fue acusado por la esposa de éste de haber intentado seducirla, aunque se trataba de una venganza y una calumnia, porque el virtuoso Flavito, como José cuando servía en casa de Putifar, había siempre resistido los avances seductores de la esposa malvada. 
Montano, una vez conocida la verdad, liberó a Flavito quien, junto a su esposa Aponia decidieron consagrarse totalmente a Dios. Ella recibió el velo monástico de manos de San Lupo, obispo de Sens, y él fue ordenado sacerdote y se retiró a la vida eremítica. Murió en 630”.
Martirologio Romano

La idiotez a la que estamos asistiendo y de la que hablamos la semana pasada tendrá consecuencias graves, porque su lógica no puede detenerse en propiciar denuncias judiciales. La ideología es un animal perverso que no se contenta con destrozar roedores o liebres. Va por todo; no se detiene; es implacable; cuando es poseído por la pasión, sus ojos se nublan y dejan de ver la realidad; sólo se preocupa por despedazar presas cada vez mayores, todas las que se crucen su camino. 

El feminismo combativo y estupidizado está construyendo su ideología y su sistema simbólico a pasos de gigante. Y una de las idiotices más malvadas a las que llegará -y, de hecho, ya ha llegando-, tiene que ver estrictamente con la desaparición de la especie humana. Si hacemos el esfuerzo de introducirnos en su pensamiento - aún cuando sea un tema desagradable de tratar entre católicos porque afecta las virtudes de la modestia y del pudor- podremos percatarnos que su lucha contra el patriarcado y la violencia machista pasa necesaria, y en algunos casos prioritariamente, por la violencia sexual. Nadie duda que existen violaciones y atentados a la integridad física y psicológica de la mujer. Siempre existieron y sin duda alguna, en la actualidad son mucho más frecuentes debido a la hipersexualización de la sociedad. La pornografía omnipresente y la erotización temprana y permanente de los niños, junto a la ausencia de virtudes y del dominio de las pasiones, trae aparejado necesariamente el aumento de los casos de violaciones y abusos de distinto tipo. No hace falta conocer el tratado de las pasiones de Santo Tomás para darse cuenta. Pero esta realidad -las violaciones y abusos- que es condenable y cuyos culpables deben recibir toda la dureza del castigo que prevé la ley, habilita a la ideología feminista a dar un paso más y a considerar a todos los hombres como violadores en potencia. Y tienen razón, si seguimos su lógica, puesto que si su lucha es por terminar con el sometimiento de la mujer por parte del varón, debemos admitir que, para ellas, el acto de sometimiento más claro y humillante es el acto sexual. Es en él cuando el varón irrumpe de un modo violento, según el feminismo, en la corporalidad de la mujer. Más aún, cuando ésta entrega su virginidad, la violencia masculina tiene un correlato físico y sangrante. Si, como afirman, el hombre no es más un animal apenas evolucionado, y vemos en la naturaleza como el apareamiento entre los irracionales posee siempre algún grado de violencia -es cuestión de sentarse un día frente a un estanque del parque y observar el apareamiento de los patos-, entonces ninguna mujer puede estar segura que los varones del siglo XXI no puedan sufrir algún tipo de involución en su proceso evolutivo y convertirse, nuevamente, en animales que no dudarán en utilizar la fuerza viril para someter del modo más humillante posible -el sexual- a las pobres e indefensas mujeres. 
La conclusión que en buena lógica se desprende de este razonamiento ideológico es que la liberación más plena de la mujer es el lesbianismo. El intercambio sexual entre mujeres no corre el riesgo del sometimiento y mucho menos de la pérdida de la integridad física. La mujer verdadera y propiamente feminista y liberada del patriarcado debe ser, o convertirse, en lesbiana. Y esta afirmación, que hace unos pocos años habría parecido el preocupante desvarío de una mente afiebrada, ahora es verosímil.  

¿Pero qué tiene que ver San Flavito con todo esto? Los vicios, como las virtudes, nunca vienen solos. Como los demonios de los que habla el Evangelio, cuando uno anida en el alma, llama a otros de los suyos para que le hagan compañía. La mujer de Montano era, como puede colegirse por la historia, una persona incontinente, incapaz de dominar sus impulsos sexuales. También era injusta -no temió serle infiel a su marido-, vengativa y mentirosa. De la cascada de denuncias que están apareciendo en todos los ámbitos argentinos en los últimos días -gobierno, universidades, colegios, artistas, etc.-, cuántos casos no habrán en los que las acusaciones no sean más que un modo indemostrable para tomar venganza de un novio, de desahogar el resentimiento contenido, resarcirse de alguna humillación y, casi con seguridad, cobrarse unos buenos pesos por las indemnizaciones debidas. A partir del recuerdo de un hecho minúsculo, la imaginación de la feminista construirá un caso de abuso. Si como según se está proponiendo, no sería necesaria la prueba para confirmarlo y si, como también se está proponiendo, serían delitos imprescriptibles, nos enfrentamos al mundo del absurdo y del caos más grande, del que supieron apartarse hasta los mismos bárbaros de la pretendida Edad Oscura. 


Y aquí es oportuna otra reflexión. ¿No habrá reaccionado exageradamente el Papa Benedicto XVI? Me refiero a la orden que impartió según la cual, cuando un obispo recibe una denuncia con respecto a casos de abusos por parte del clero, debe dar parte de la justicia secular, separar inmediatamente del cargo al sacerdote involucrado y mantenerlo alejado de toda actividad pastoral mientras dure la investigación. Se trata de una medida prudente, es verdad, pero también se corre el riesgo de manchar irreparablemente el nombre y fama de un sacerdote que, probablemente, sea inocente. En la situación de alta volatilidad por la que estamos atravesando, no parece en absoluto extraño que, por ejemplo, alguien que estuvo en contacto con alguna comunidad religiosa como parte de la misma - novicio o fraile, por ejemplo-, que la haya abandonado por el motivo que fuere, que haya alimentado rencor y deseo de venganza en su corazón y que esté experimentando el sindrome del bolsillo vacío, recurra a una denuncia a partir de hechos reconstruidos por su imaginación, con la certeza que hará mucho daño y que muy probablemente termine con los bolsillo abultados de dineros eclesiásticos, él y sus abogados. 

No se trata de negar el escándalo gravísimo de los abusos sexuales cometidos por el clero, que poseen una extensión insospechada para los católicos, pero tampoco es cuestión de prestar oído y dar consentimiento a cualquier rumor o acusación que corre, porque sabemos que, a río revuelto, ganancia de pescadores. 

lunes, 24 de diciembre de 2018

Nativitas Domini


Octavo Kalendas ianuarii. Luna decimoctava. 
Anno a creatione mundi , quando in principio Deus creavit caelum et terram, quinquies millesimo centesimo nonagesimo nono; a diluvio anno autem bis millesimo quintodecimo; a migratione Abrahæ, patris nostri in fide, de Ur Chaldæorum sæculo vigesimo primo; ab egressu populi Israël de Ægypto, Moyse duce, sæculo decimo tertio; ab unctione David in regem, anno circiter millesimo; hebdomada sexagesima quinta, iuxta Danielis prophetiam; Olympiade centesima nonagesima quarta; ab Urbe condita anno septingentesimo quinquagesimo secundo; anno imperii Cæsaris Octaviani Augusti quadragesimo secundo; toto Orbe in pace composito, Iesus Christus, æternus Deus æternique Patris Filius, mundum volens adventu suo piissimo consecrare, de Spiritu Sancto conceptus, novemque post conceptionem decursis mensibus, in Bethlehem Iudæ nascitur ex Maria Virgine factus homo: Nativitas Domini nostri Iesu Christi secundum carnem.

Octava kalenda de enero. Luna decimoctava. 
En el año cinco mil ciento noventa y nueve de la Creación del mundo, cuando al principio Dios creó el cielo y la tierra; en el dos mil novecientos cincuenta y siete del diluvio; en el siglo veintiuno desde que Abraham, nuestro padre en la fe, salió de Ur de los Caldeos; transcurridos trece siglos desde que el Pueblo de Israel fue guiado por Moisés para salir de Egipto; cerca del año mil desde que David fue ungido rey; en la sexagésima quinta semana de la profecía de Daniel; en la centésima nonagésima cuarta Olimpíada; en el año setecientos cincuenta y dos desde la fundación de Roma; en el año cuadragésimo segundo del imperio del César Octaviano Augusto, estando todo el mundo en paz, Jesucristo, eterno Dios e Hijo del Eterno Padre, queriendo santificar el mundo por su advenimiento, fue concebido por obra del Espíritu Santo, y transcurridos nueve meses después de ser engendrado, en Belén de Judea nació de la Virgen María hecho hombre. La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo según la carne.


Kalendas de Navidad, Martirologio Romano

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Cave pueros


When the voices of children are heard on the green,
And laughing is heard on the hill,
My heart is at rest within my breast,
And everything else is still.
William Blake

Debo a mis amigos Jack Tollers y el Anónimo Normando, el descubrimiento de Anthony Esolen, del cual ya hablamos. Recomendé en ese momento su libro Nostalgia, y quiero recomendar ahora otro de ellos titulado Diez modo de destruir la imaginación de su hijo. Lamentablemente, y hasta donde sé, no está traducido al español, como no está traducida ninguna de sus obras. No son políticamente correctas, y no son rentables.
Aquí dejo un par de carillas de la introducción, para animarlos a leerlo, y a traducirlo su alguien se anima. 

Es irónico pero verdadero: una de las características de los bibliotecarios modernos es que detestan los libros. Los libros ocupan espacio, y el espacio es limitado, dicen. Además, los libros se hacen viejos. Las tapas son frágiles, los lomos se quiebran, las páginas se hojean. Los estudiantes distraídos los dejan en los estantes equivocados donde prácticamente desaparecen durante años. La gente los pide prestados y no los devuelve. Algunos, incluso, -y yo soy culpable de eso-, subrayan sus pasajes favoritos, o escriben con líneas torcidas en los márgenes, por lo que el libro finalmente se transforma en una suerte de escena del crimen sucesiva. “Es la herejía modernista de nuevo”, escribe un sacerdote, pero encima, un infiel escribe: “La Iglesia es la enemiga del pensamiento”. Y por mencionar las marcas de dedos o manchones de tinta, e incluso de sangre, supongo que fruto de algún mosquito aplastado. 

Los libros son voluminosos e incómodos, como rocas, o ríos, o árboles y como la vida. Y se me ocurre que todo lo que puede ser dicho acerca de la inconveniencia de los libros puede ser dicho sobre la inconveniencia de los niños. Ellos también ocupan espacio, no tienen un uso práctico inmediato, son de interés solamente para unas pocas personas y presentan todo tipo de problemas. También ellos deben ser almacenados cuidadosamente y ofrecen la menor resistencia posible a la era digital.
Y hay un problema. Un buen libro es una cosa peligrosa. En manos equivocadas, es como una bomba alojada entre un par de cartones rojos pegados. Puede hacer saltar el mundo cuando se los abre; puede, si se trata de la Divina Comedia, hacer saltar al lector hasta el cielo. Existe también la posibilidad -y siempre es solamente una posibilidad- de quebrar la cáscara agrietada de la rutina que nos impide ver el mundo. Nuestros días pasan con la regularidad de la cinta transportadora de un aeropuerto, a la cual nos subimos debidamente y seguimos el camino con amable uniformidad. Un libro es como un niño travieso que atraviesa su pie al final de la cinta, o alguna especie de máquina intelectual que nos despierta sacudiéndonos para darnos cuenta que la cinta ha desaparecido. Y, en lugar de eso, nos encontramos subidos a una diligencia en un camino polvoriento, rodeado de indios semi-desnudos que bajan de las montañas, con los arcos tensos y las flechas listas para ser disparadas.
Esto ya es suficientemente malo, pero los niños son peores que los libros. Un libro pude hacerte ver el mundo de nuevo, y arruinar tu día tranquilo y eficiente. Pero un niño no necesita ver el mundo de nuevo. Lo está viendo por primera vez. El Evangelio de Juan narra que cuando Jesús curó al ciego en la piscina de Bethsaida, la gente le preguntaba qué veía. “Veo árboles caminando”, dijo, mirando a los hombres y mujeres. Un niño es como eso, excepto que en su imaginación los árboles realmente caminan y a las personas realmente pueden crecerle ramas. Los ents de Tolkien, los árboles pastores, son como viejos robles, arces o abedules llenos de musgo, si es que los robles, arces y abedules pudieran hablar. Les lleva casi un día decir “hola” en sus conversaciones. El antiguo mito greco-romano cuenta que Apolo estaba cazando a la ninfa Diana, y justo cuando está a punto de tomarla en sus brazos, le fue concedido a ella el deseo de escaparse, y se transformó en un árbol de laurel. En el mundo de los niños, debido a que es un mundo fresco y nuevo, cualquier cosa puede pasar. El sapo gordo del charco es Buda. El hombre con una sola pierna que está cruzando la calle hacia el bar más cercano en una época fue un pirata, y mató a tres personas en una pelea luego de una partida de naipes. La casa de al lado tiene ojos y nariz, y una chimenea en el techo. La niña que vive en ella, la que usa blusa amarilla, es un ángel.
Obviamente, esto no funciona. Si creemos en lo que decimos cuando afirmamos que “los niños son nuestro recurso más grande”, entonces tenemos que hacer algo al respecto. Los recursos son valiosos porque son buenos, sólidos, dependientes e inertes. El aluminio es una recurso. El titanio es un recurso. Si un bloque de titanio dijera repentinamente: “No, creo que no me gustaría formar un aleación con mi amigo el aluminio para fabricar el fuselaje de un avión”, y saliera de la cinta de ensamblaje o de la cinta transportadora y tomara un barco hacia Atenas, ya no sería más un recurso. De hecho, sería un peligro. Sería peor que algo inútil. 
Para que los niños se conviertan en recursos, por tanto, un gran cambio alquímico debe ser producido en ellos. Los viejos alquimistas de comienzos del Renacimiento buscaban el secreto de la piedra filosofal que les permitiría, con la receta correcta, transformar el plomo en oro. Sonreímos ante tal estupidez. Sabemos muy bien que no se puede transformar el plomo en oro. Solamente se puede transformar el oro en plomo. Este libro está escrito para mostrar cómo se hace. El oro no es otra cosa que la imaginación de un niño que, si no es oro en sí misma, aún puede producir el milagro del rey Midas. “La naturaleza solamente nos provee con un mundo plúmbeo”, escribía el poeta Philip Sidney, “pero es el poeta el que lo hace dorado”. Si podemos amortiguar la imaginación, entonces, podremos dominar a los niños, y hacer de ellos ese espacio vacío sólido, dependiente e inerte, que podrá ser llenado en la escuela y, más tarde, convertirse en un bloque más de la gran pirámide del Estado”.
Traducción: Wanderer 

lunes, 17 de diciembre de 2018

Peligrosa idiotez


Al comentario de Teresa Marinovic sobre la soberana idiotez del feminismo y de la modernidad en general, yo agregaría  que se trata de una idiotez es muy peligrosa.
Por una mujer entró el pecado en el mundo, una Mujer fue la elegida por Dios para que de ella naciera el que nos redimió de ese pecado, y yo me pregunto si no será la mujer, o las mujeres, las encargadas de desatar otro drama cósmico.
El mundo, y en las últimas semanas de modo especial Argentina, están asistiendo a la infección provocada por uno de los fluidos más pestilentes del marxismo: el feminismo enloquecido. La lucha de clases entre proletarios y capitalistas se ha convertido ahora en la lucha de género entre mujeres y varones, y es una lucha mucho más peligrosa y particularmente satánica. Más peligrosa, porque no se enquista en un aspecto accidental de la sociedad humana, que está integrada tanto por  pobres y ricos, por sabios e ignorantes como rubios y morochos, sino en un aspecto esencial de la misma y es el de la distinción de sexos. Toda sociedad humana, necesariamente, debe estar integrada por varones y mujeres que deben convivir pacíficamente complementándose. Es ese elemento natural el que se está dinamitando.
Y también, particularmente satánica porque se trata de un rebelarse directo contra la voluntad explícita de Dios. "Tu marido será tu señor", dijo Dios a Eva (Gen. 3,16), y lo mismo repiten San Pablo (Ef. 5) y San Pedro (I, 3). Dios quiso positivamente una sociedad patriarcal, y Dios quiso que la mujer estuviera sometida al varón, mal que le pese al progresismo. 
Pero al mundo ya no le interesa discutir la Palabra divina; deja que la discutan y nieguen los mismos cristianos. El mundo se concentra ahora en socavar los cimientos mismos de la civilización. La revelación mediática, entre alaridos y pañuelos verdes de un grupo de serpientes, de la violación a una pobre actriz ocurrida hace varios años por parte de un conocido actor de televisión, ha dado lugar a una catarata de denuncias de hechos ocurridos hace décadas y de los que resulta imposible probar su veracidad. Toda mujer argentina está en estos días repasando prolijamente su memoria para recordar algún episodio en el que algún compañero de colegio o de universidad; algún pariente o colega, haya abusado de alguna manera de ella. Y por abusar entienden una variada gama de conductas, incluido el piropo. Probablemente recuerde la galantería subida de tono acompañada quizás, de una mano desubicada,  que un compañero de colegio le dijo en una fiesta, cuando ambos tenían quince años, y ella estaba vestida de minifalda, escote y tacones. Lo comentará con otras amigas de la época que quizás pasaron situaciones similares, llorarán juntas por el horrible trauma sufrido, y en un acto de valentía publicarán en las redes sociales que ese muchachito de quince años, y que hoy tiene cuarenta y cinco, es un abusador.
Pero esta peligrosa idiotez no afecta solamente a descocadas feministas posmodernas. Me costó creer lo que dijo el periodista pretendidamente conservador Joaquín Morales Solá en un programa de La Nación la semana pasada: "Si aplicamos el derecho tal como está, con la necesidad de la prueba, vamos a tener impunidad, porque en estos casos la prueba es imposible. En el caso que la política actúe, tendrán que modificarse las leyes para que la palabra de la mujer sea suficiente...". Se trata, como cualquier lego en leyes como yo puede apreciar, de la destrucción simple y llana de los principios más elementales del derecho: condenar sin pruebas.
No nos confundamos. No estamos frente a una fiebre pasajera de algunas ideólogas infatuadas. Estamos frente a un ataque sistemático y poderosísimo contra la civilización, y no sé si saldremos parados de esta. 

jueves, 13 de diciembre de 2018

Jesuitas II


"¡El análisis! ¿Sabes lo que es un Demonio travestido? Dios me libre de hablar mal de un hombre al que la Iglesia ha puesto sobre los altares y que creo que es un gran santo. Pero estoy seguro que la Compañía de Jesús abusó terriblemente de los Ejercicios de San Igancio, libro y método muy provechoso por cierto para algunas almas, pero peligroso para muchas otras! Y es de ellos de donde salió la odiosa, abominable y depravada psicología contemporánea. ¡Estar siempre analizándose, interrogándose ansiosamente y mirándose el ombligo! El método jesuita, a fin de cuentas, termina por sustituir la contemplación de Dios por la contemplación de sí mismo, y es por este motivo que se explica la ausencia furiosa de santos que es uno de los signos actuales más innegables de la consunción del cristianismo. Huye del análisis como del diablo, y arrójate a Dios como si estuvieras perdido...".

Leon Bloy, Le mendiant ingrat, Bruxelles: Deman, 1898, p. 412.

lunes, 10 de diciembre de 2018

Jesuitas I


Tanto Oriente como Occidente, luego de las persecuciones y cuando la fe comenzó a asentarse, los cristianos desarrollaron una espiritualidad que tenía sus bases en la liturgia. Era por la liturgia y en la liturgia que el corazón del hombre se transformaba haciéndose semejante al corazón de Dios. La oración manaba y se alimentaba en la celebración de la Misa y en rezo del oficio divino. Tanto clérigos como laicos, aprendían de memoria los salmos que, cantando, repetían una y otra vez a los largo del día. 
Pero todo cambió en el siglo XVI. 
Propongo dos textos: el de un teólogo y el de un literato; Maurice Festugière y León Bloy. Empecemos por el primero: Maurice Festugiére nació en Francia en 1870, fue oficial de marina y a los veinticinco años ingresó a la abadía benedictina de Maredsous (Bélgica), donde vivió toda su vida como monje, excepción hecha de su estancia en Roma para su doctorado en teología y su servicio como capellán naval durante la Primera Guerra Mundial. Lo que traduzco a continuación aparece en su libro La liturgie catholique. Essai d’une synthèse (Abbaye de Maredsous, 1913), en el que desarrolla la espiritualidad litúrgica, que es la espiritualidad benedictina y, en el fondo, la espiritualidad propia de los cristianos de los primeros trece siglos de la Iglesia.



La influencia que tuvo San Ignacio sobre la vida espiritual en la experiencia religiosa de la iglesia católica, es considerable e incluso capital; una influencia ejercida sea a través de la Compañía de Jesús, sea a través de los que se inspiraron en sus ejemplos, y que son legión. 
San Ignacio vivió en una época de individualismo muy pronunciado [cuando Festugière habla de individualismo, no debe entenderse en el sentido moderno, asociado a una postura egoísta y centrada en sí. Se refiere a una actitud de la vida espiritual que favorece de un modo excesivo la relación personal con Dios en desmedro de la dimensión comunitaria de la fe. Esta actitud individualista, propia del siglo XV, conocerá su máxima expresión con el protestantismo, que eliminó la liturgia y se concentró la relación personal de cada cristiano con Dios N. del T.]. Eran muy pocos los que en su tiempo comprendían todo lo que la liturgia había conseguido y distribuido en los siglos anteriores en cuestiones de vida espiritual. San Ignacio se propuso combatir la Reforma, para lo cual tuvo indudable trazas de genio: se apropió de una parte del programa del individualismo protestante y lo adaptó a la ortodoxia romana más perfecta. Su esfuerzo se orientará entonces y ante todo, a dar a las almas que se embarquen en su empresa una formación enérgicamente individualista y librarla de los vínculos sociales que impedían su acción.
Para llevar a cabo esta idea maestra necesitaba dos creaciones: 
  1. Fundar una orden religiosa que estuviera dispensada de todo el oficio coral. Fue el primer caso en toda la historia de la Iglesia que una congregación religiosa renunciaba al rezo en común del oficio divino. 
  2. Inaugurar un método de meditación que cortara absolutamente con todos los modos antiguos y tradicionales de oración privada. 
Veamos, aunque sea en pocas líneas, las consecuencias de estas decisiones, consecuencias que tendrán una repercusión enorme en toda la sociedad católica.
Los hijos de San Ignacio -y ellos son los primeros en reconocerlo- abrevan para su vida espiritual en su meditación; el objeto de ésta, con mucha frecuencia, no tiene ninguna relación con la liturgia. El breviario es para ellos solamente un deber de religión. La misa solemne y el canto de vísperas son para sus ojos solo hechos excepcionales, y por tanto no favorecen las formas sociales de oración, que tan necesarias son para la vida parroquial. Hasta aquí todo es claro, pero el análisis del método ignaciano de meditación, desde el punto de vista del interés de la liturgia, demanda más atención.
El espíritu de la liturgia es un espíritu de “amable libertad”. Si bien los salmos y otros textos sagrados fueron particularmente apreciados por los antiguos monjes, la liturgia no era de ningún modo su única fuente de meditación, pero ella los había formado. Siguiendo el ejemplo de los primeros cristianos, los monjes hacía oración “libremente”, se abandonaban filialmente a las influencias de la gracia y a los movimientos de la vida interior. Este era también el método de oración de los franciscanos, y había comenzado en la Iglesia mucho antes de los jesuitas. 
Pero en los Ejercicios, San Ignacio instituyó un método militar de hacer marcar el paso al alma y a las diferentes facultades humanas, obedeciendo como el recluta obedece al sargento. Este método produjo indudablemente notables frutos de santificación dentro de la Iglesia. Pero, para un enorme grupo de personas, es casi incompatible con el espíritu de libertad cultivado por la liturgia. De aquí se sigue que aquellos que tienen el alma formada por la liturgia, experimenten un gran malestar, a pesar de sus buenos deseos, cuando son sometidos al método de San Ignacio. Y a la inversa, aquellos que han recibido desde su infancia y juventud, la impronta del método ignaciano, se inclinan generalmente a considerar “poco serias” las antiguas herramientas tradicionales de oración.
El historiador de la liturgia está obligado a constatar que de hecho, desde el siglo XVI, la Compañía de Jesús, que ha desplegado un gran celo al servicio del catolicismo, no hizo nada para curar a los fieles de la desafección en la que habían caído en relación con las tradiciones antiguas de la vida parroquial y de la piedad. Cuando se compara la enormidad de esfuerzos que llevaron a cabo los jesuitas en favor de la Iglesia durante ese periodo (educación de la juventud, propagación de los libros, predicación, etc.) con la debilidad relativa de los resultados obtenidos, nos preguntamos con tristeza si una fuerza tan grande de vitalidad católica no fue desperdiciada. {Nota a pie de página: No somos tan infantiles como para pretender ver en la liturgia una panacea. Pero, ¿cuál es el médico consciente que, en medio de una enfermedad, no se reprocha hasta la angustia el olvido de un sólo medio terapéutico, cuando este medio había dado pruebas de ser eficiente? Demos una mirada al siglo XIX francés, cuando el Concordato abrió los templos a los fieles y permitió a la Iglesia impregnar de espíritu cristiano las almas de los jóvenes. ¿Cuántos verdaderos cristianos se formaron? Las estadísticas son dolorosas. Sería importante preguntarse el por qué}.

¿Existe, entre la espiritualidad antigua y la espiritualidad inaugurada por San Ignacio, un antagonismo irreductible? Se trata de un problema delicado. Esto es lo que nos parece que es la verdad: 1. En relación a la materia de la meditación, no hay antagonismo. Nada impide, con un poco de buena voluntad, de construir meditaciones sistemáticas y minuciosamente elaboradas con anticipación, sobre los temas de liturgia, y de seguir el corazón de esas meditaciones como hilo conductor del año litúrgico.
2. Pero si consideramos el método en sí mismo, no nos animamos a ser tan optimistas. Creemos que si queremos llevar al clero, a los laicos y a los jóvenes a la inteligencia de la liturgia, al gusto de la liturgia, si se quiere hacer a los cristianos aptos para aprovechar la liturgia vivamente, no es necesario darles una formación de espíritu que vaya en contra del espíritu de la liturgia.
Porque la experiencia y la reflexión nos enseñan que el método ignaciano consigue precisamente eso: oponerse al espíritu de la liturgia. Convendría, por tanto, suavizar lo más posible los marcos rígidos de ese método. ¿Se puede evitar esta conclusión? Deseamos que aquellos que son más hábiles que nosotros puedan hacerlo, porque a nosotros nos ha sido imposible. 
Aquí se presenta inevitablemente una objeción: ¿El método ignaciano no obtiene resultados de orden moral más eficaces que los otros modos de oración?
Tratemos de condensar en pocas líneas una respuesta: Si hablamos de las almas avanzadas en la vida espiritual, el mismo San Ignacio estaría de acuerdo en que su método no les es necesario. Si hablamos de los cristianos ordinarios, si ellos han recibido formación ignaciana y nada de formación litúrgica, es indudable que a ellos la liturgia les parecerá inoperante. Para aquello que han recibido una formación litúrgica, las cosas serán distintas, y vivirán de ella como vivieron los cristianos durante los trece siglos primeros siglos. 
{Nota a pie de página: Si se quiere volver de la mentalidad individualista propia de la piedad moderna a la mentalidad litúrgica, es necesario pasar por una transformación profunda y una lenta reeducación. Antes de sufrir esta transformación, no se comprende de ninguna manera lo que significa vivir de la liturgia; no se comprende lo que fue la vida interior de los católicos durante los trece primeros siglos de nuestra era. Conocemos personas a las cuales les llevó años de ejercicio el asir en la práctica que la asistencia a la misa solemne es una experiencia más “sabrosa” que la asistencia a una misa baja}.
Pero se nos podría hacer otra objeción: ¿no existe una conexión en los métodos de oración y las teorías teológicas concernientes a la gracia, entre la manera en la que el cristiano “conduce” sus experiencias espirituales -porque, si se dejan de lado los estados místicos, es evidente que el alma tiene el poder de manejar sus experiencias- y la manera en la que concibe la acción de Dios sobre la libertad humana?
La teoría de San Agustín sobre la gracia se armoniza maravillosamente con el antiguo método de oración que libra a las almas a los impulsos del zéfiro de la operación divina. Por el contrario, ella se armoniza mucho menos felizmente con la “meditación” de San Ignacio, preparada, rígida y “voluntaria”. La Regla de San Benito está atravesada por un soplo de teología agustiniana. Pero sería falso si se estableciera una oposición propiamente dicha entre la oración antigua y la espiritualidad litúrgica por una parte, y la teología molinista por la otra.* 
Nos parece que esta teología -la molinista- está en conexión directa con los Ejercicios de San Ignacio. La expresión id quod volo (aquello que quiero), que suena a todo lo largo de los Ejercicios como las espuelas del caballero suenan sobre los adoquines, es muy elocuente. San Ignacio nunca desarrolló una teoría personal sobre la gracia. Su genio permaneció ordenado hacia la práctica al mismo tiempo que hacia la piedad. Pero es difícil no adherir a la siguiente impresión: la teología molinista surgió propiamente de un manual de espiritualidad y de ascesis escrito por el fundador de la Compañía de Jesús. Teología y manual se dan la mano, en un acuerdo perfecto, para reaccionar contra el protestantismo.

* El molinismo hace referencia a la doctrina de Luis de Molina, teólogo de la Compañía de Jesús del siglo XVI que participó, contra los dominicos, en la famosa controversia de auxiliis. Su postura buscaba privilegiar la libertad y la voluntad del hombre en el proceso de salvación frente a la gratuidad de la gracia de Dios. Además, es uno de los padres de las democracias liberales contemporáneas ya que Luis de Molina afirmó que el poder no reside en el gobernante, que no es más que un administrador, sino en el conjunto de los administrados, o de los ciudadanos considerados individualmente, adelantándose así a los postulados sobre la libertad de pensadores de los siglos  posteriores.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Mons Giorgi y su extraño pedido


Ya nos hemos ocupado en estas páginas de Mons. Alejandro Giorgi, obispo auxiliar de Buenos Aires nombrado por el Papa Francisco. Es el prelado que celebró la misa de Pentecostés con orejas postizas de plástico (aquí) o que justificó el adulterio (aquí). Un palurdo a quien la maldad de Bergoglio reviste de poder.
Ayer envió el audio que publicamos -con ilustraciones alusivas- a sus sacerdotes. Más allá de la imbecilidad del pedido que hace, su simplonería permite sacar algunas conclusiones:
1) Los obispos argentinos, que se llenan la boca hablando de los pobres y necesitados del país, tienen tiempo, cabeza y dineros para financiar el viaje a Panamá de veinte personas que irán a... tocar una misa jazz.
2) No resulta del todo extraño. Si Alejandro Giorgi hace payasadas disfrazado mientras celebra la Santa Misa, bien puede constituirse en el promotor internacional de una escolanía dedicada a transformar la misa en un concierto de jazz.
3) Advierte que el Papa Francisco sabe acerca del tema, lo cual nos confirma lo que ya sabemos: la pequeñez y provincianismo de Bergoglio. En vez de atender los casos gravísimos que casos que asolan a la Iglesia como nunca antes en su historia, el Papa pierde tiempo enterándose de minucias como una misa jazz que celebrará una comparsa argentina en Panamá.
4) El hecho de que Mons. Giorgi mencione que el Papa está al tanto del tema, no deja de ser un elemento de presión y advertencia: el cura que colabore, tendrá las simpatías pontificias y el que no lo haga, tendrá su ojeriza. Bergoglio sigue gobernando la arquidiócesis de Buenos Aires como lo hizo siempre: a través del miedo, las delaciones y la desconfianza. 
5) Y mientras Francisco se llena la boca hablando contra hacer lobby, lo cual sería un grave pecado mortal, Mons. Giorgi pide a sus sacerdotes que hagan lobby para que algún "contacto" consiga los dinerillos necesarios para que su charanga viaje a Panamá.

Ha hecho adúltera la villa leal


“Vuestra tierra es desolación, vuestras ciudades, hogueras de fuego; vuestro suelo delante de vosotros extranjeros se lo comen, y es una desolación como devastación de extranjeros. 
Ha quedado la hija de Sión como cobertizo en viña, como albergue en pepinar, como ciudad sitiada.
De no habernos dejado Yahveh Sebaot un residuo minúsculo, como Sodoma seríamos, a Gomorra nos pareceríamos. 
¡Cómo se ha hecho adúltera la villa leal! Sión llena estaba de equidad, hombres justos se albergaban en ella, pero ahora, asesinos. 
Tus jefes son revoltosos y aliados con bandidos. Cada cual ama el soborno y va tras los regalos”.
Profecía de Isaías. Maitines de la primera semana de adviento.

No sé si por cansancio, aburrimiento o asco, las noticias que hace poco más de un año hubiesen sido un escándalo internacional, hoy apenas si pueden leerse en algún sitio especializado. Es lo que ha ocurrido con lo que se conoció la semana pasada: el cardenal Joseph Tobin -del círculo de McCarrick y promovido por Francisco a arzobispo de Newark-, admitió haber alojado en su casa durante algunas semanas al actor de cine italiano Francesco Castiglione quien, en su cuenta de Instagram, publica con frecuencia fotografías provocativamente sensuales, por decir lo menos. El hecho ocasionó preocupación entre sus fieles, e interrogado por un periodista, el purpurado explicó que el joven actor estaba tomando un curso de inglés en una universidad cercana y él, caritativamente, lo había acogido en su morada. 

Lo curioso del caso es que, mientras Castiglione estaba albergado en su palacio episcopal, el cardenal Tobin emitió un Tweet que decía: “Nighty-night, baby. I love you”, que en buen español podría traducirse como: “Un besito de  buenas noches, bebé. Te amo”. Cuando se dio cuenta que había metido mal el dedo, el purpurado borró rápidamente su trino y se disculpó diciendo que se trataba de un mensaje privado para su hermana…
Es bueno recordar que el cardenal Tobin hace un tiempo dio la bienvenida personalmente a una “peregrinación LGBT” en su catedral. Además, es uno de los mencionados en las cartas de Mons. Viganò quien afirma que “el nombramiento de Blase Cupich en Chicago y Joseph Tobin en Newark fue orquestado por McCarrick, Maradiaga y Wuerl, unidos por un pacto que comprendía los abusos del primero y, al menos, el encubrimiento por parte de los otros dos”.
Mientras tanto, la blanca paloma que anida en la colina Vaticana, afirmó en una larga entrevista que le hizo el cura Fernando Prado publicada en forma de libro como  La fuerza de la vocación, “En la vida consagrada y el sacerdocio, no hay lugar para este tipo de afecto [el propio de los homosexuales], por eso la Iglesia recomienda que las personas con este tipo de tendencia profundamente arraigada no deben ser aceptadas en el ministerio o la vida religiosa”. Algunos ingenuos se ilusionaron: ¡volvemos a tener un Papa católico! Pero, ¿alguien puede creerle? Cuando en 2013 le preguntaron su opinión sobre la escandalosa vida de Mons. Battista Ricca, a quien había nombrado -y nunca expulsó- de un importante cargo en el Vaticano, el papa Francisco respondió: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar? […] El problema es hacer un lobby”. Y poco después: “Cuando uno se encuentra con una persona así [en el Vaticano. Se refiere a los gays] debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby porque ningún lobby es bueno”. En las últimas declaraciones, en cambio, parecería que el problema no es solamente que haga lobby sino también que se meta a cura. 
Si es que Su Santidad cambió efectivamente de opinión en un tema tan sensible y particularmente delicado de la moral católica, sería conveniente que se expresara con claridad y no solamente con una frase dicha al pasar en una entrevista y que -no nos engañemos-, sirve solamente para tranquilizar a neocones incautos. Si tan convencido está de lo que dice, debería desdecirse pública y manifiestamente de todos los dichos y actos que a lo largo de cinco años de pontificado han causado enorme daño y confusión en los fieles, y que han sido cuidadosamente reseñados aquí. Y debería prohibirle al cardenal Tobin recibir besitos de buenas noche de fornidos actores italianos.


Si alguien tuviera el estómago para contabilizar y detallar los escándalos que la Iglesia está sufriendo por causa de la incontinencia contra natura de parte de sus jerarcas y de sus sacerdotes, parecería que Isaías describe en sus profecías a la Iglesia gobernada por Bergoglio, responsable de haber “hecho adúltera la villa leal. Sión llena estaba de equidad, hombres justos se albergaban en ella, pero ahora, asesinos”.

lunes, 3 de diciembre de 2018

Homeschooling y otras yerbas. Charlando con Anthony Esolen



Don Wanderer, quiero presentarle a su público al escritor Anthony Michael Esolen, cuyo último libro, Nostalgia: going home in a homeless world, me tiene absolutamente fascinado. Autor de origen italiano, criado en el Canadá, Esolen se graduó en Princeton en 1981 y fue profesor del Providence College de los dominicos en Rhode Island, con los que se peleó por negarse a entrar en toda la zaraza del lenguaje inclusivo, la inclusión, etc., etc.
Actualmente Esolen es profesor de inglés del Thomas More College of liberal arts de New Hampshire. Además de escribir varios libros y más de 500 artículos (publicados sobre todo en las revistas Crisis, First Things, Touchstone y otras revistas católicas), Esolen tradujo al inglés “La Divina Comedia” del Dante, “Sobre la naturaleza de las cosas” de Lucrecio y “Jerusalén liberada” de Torquato Tasso.  En España, su "Guía políticamente incorrecta de la civilización occidental" ha sido publicada por Esparza.
Aquí, hace un par de años, lo entrevista su amigo, el Pastor evangelista Dereck Buikema de la Iglesia cristiana reformada de Orland Park, del estado de Illinois.
Me pareció que los 37 minutos de la entrevista no tienen desperdicio y por eso me tomé el trabajo de subtitularlo, espero que para provecho de mucha gente.
Valeas,

Jack Tollers

viernes, 30 de noviembre de 2018

Los frutos de la iglesia en salida del Papa Francisco


Recomiendo ver desde el minuto 1:20 al 3:10 y desde el 6:25 hasta el final.
Un claro ejemplo de los frutos de iglesia en salida del Papa Francisco

lunes, 26 de noviembre de 2018

Vísperas sicilianas


1) Hace pocos días conocimos una noticia de lo más intrascendente. Un tal Norberto Siciliani había presentado su nuevo libro titulado Cómo enseñar valores sin enseñarlos. Algunos medios de prensa se hicieron eco del acontecimiento porque este señor es el padre de la actriz Griselda Siciliani, famosas por sus escándalos, sus desnudos y su acérrima postura a favor del aborto. Don Siciliani  “fue docente, director y es representante legal y coordinador de instituciones educativas de niveles inicial, primario, medio y superior”. Y explica: "En casa tenemos hijos muy variados: Malena es religiosa y ahora está en Paraguay; Griselda es actriz; Paulina es profesora de sociología y es militante de causas justas; Guido es profesor de educación física y participa de una ONG que trabaja en zonas carenciadas; Marilina está casada con un músico y vive en medio de las sierras y Leticia también es actriz y se define como una persona libre que eligió convivir con una mujer”. Nada de extraño para una típica familia posmoderna. Lo único que podríamos acotar es que este personaje o bien tiene senilidad precoz, o bien es un gran caradura, porque a cualquier persona le queda claro que, si hay algo que no se le dio en la vida, fue precisamente educar en valores, visto los resultados que obtuvo. Le aconsejaría que dedicara sus esfuerzos literarios a explicarnos los secretos del cultivo de tulipanes o de la cría de canarios.

2) La noticia no ameritaría ningún tipo de comentario a no ser que este señor se dedica a dar talleres sobre la enseñanza en valores en colegios católicos y, aunque no me consta, sospecho que fue o es representante legal de colegios confesionales. Tampoco sería asombroso este hecho, pero lo que sí resulta sorprendente es que Norberto Siciliani fue parte del equipo docente del ENEC Buenos Aires 2017. Se trata del “Encuentro Nacional de Evangelización y Catequesis” que se lleva a cabo todos los años para formar a los catequistas de todo el país y está organizado por la Comisión Episcopal de Catequesis. Nos venimos a enterar que, además de Siciliani, los catequistas católicos son formados también por Mónica Gómez que se presenta como “catequista, clown y titiritera…. y responsable…  de las animaciones de las misas arquidiocesanas para niños”, y por Carlos Taverna que es “catequista de niños y jóvenes… e hizo estudios de protocolo y ceremonial; de ambientaciones para eventos y de globología”. Huelgan comentarios.

3) El organizador del Encuentro en 2017 fue el P. Fabián Esparafita y el responsable último algún obispo de la CEA. Los católicos que estamos fuera de los circuitos parroquiales nos viene bien, de vez en cuando, asomarnos a la realidad de la iglesia argentina, a su estado catastrófico e irrecuperable. No creo que el P. Esparafita sea un malvado masón que está tratando de hacer algún daño a la catequesis; este cura, como la mayor parte de los que lo acompañan en esa comisión que debería ser incinerada, son imbéciles, en el sentido más propio y latino de la expresión: débiles, en este caso, mentales. No tienen cura. No pueden ser recuperados. Y lo peor, es que es altamente probable que Esparafita sea nombrado próximamente obispo, porque ese es el perfil episcopal que busca el Papa Francisco.

4) Desconfío que, en el estado actual de adormecimiento colectivo, podamos albergar alguna esperanza que las campanas que llaman a vísperas despierten, como en Palermo el 30 de marzo de 1282, el hastío y la bronca de los católicos que de un buen puntapiés de patadas, saquen a estos curas y obispos imbéciles de nuestras iglesias, como los sicilianos sacaron a los franceses de las suyas. Los católicos de hoy son tan gaznápiros como su jerarquía. 

5) Es este un motivo más para que los padres eviten a toda costa que sus hijos vayan a la catequesis parroquial porque ya vemos cómo y quiénes forman a los catequistas argentinos. 

jueves, 22 de noviembre de 2018

Fuga saeculi II


[Aclaración previa: yo no estoy proponiendo que todos los católicos tradicionales deban "retirarse" entendiendo por tal que deban irse a vivir en medio de Los Andes, de la Sierra de la Ventana o de los Pirineos, y fundar allí pequeños pueblos. En esto no hay recetas. Esa puede ser la solución para algunos, y me parece muy bien y la aliento; en definitiva, esa es la solución radical que proponía John Senior. Pero ciertamente no es la solución para todos. Cada uno, cada grupo de amigos -porque en este es fundamental no estar solo sino rodearse de amigos- sabrá de qué modo retirarse, de acuerdo a como se lo dicte su prudencia. Eso es lo que pienso, y eso es lo que dice Dreher en su libro, que no hace más que ayudar en esta tarea mostrando una serie de casos en los que otros católicos de nuestro tiempo lograron "retirarse" de un modo u otro]
por Rob Dreher

En su libro Después de la virtud, el filósofo Alasdair MacIntyre relaciona el momento cultural presente con la caída del Imperio Romano. Considera que Occidente abandonó la razón y la tradición de las virtudes para lanzarse hacia el relativismo que ha inundando el mundo de hoy. Estamos siendo gobernados no por la fe, o la razón, o por alguna combinación de ambas, sino por lo que MacIntyre llama emotivismo, es decir, la idea que toda elección moral es solamente la expresión de lo que los sentimientos de cada persona consideran correcto.

El autor dice que una sociedad que se gobierna a sí misma de acuerdo a principios emotivistas se parecería bastante al occidente moderno, en que la liberación de la voluntad de cada individuo es vista como el bien más grande. Una sociedad virtuosa, por el contrario, es aquella que comparte las creencias en un bien moral objetivo y en las conductas necesarias de los seres humanos para llevar a cabo esos bien en comunidad.
Vivir “después de la virtud” es, por tanto, habitar en una sociedad que no solamente ya no está de acuerdo con aquello que indican las creencias y las conductas virtuosas, sino que también dudar que la virtud existe. En una sociedad post-virtud, los individuos detentan la máxima libertad de pensamiento y acción, y la sociedad misma se convierte en “una colección de extraños, cada uno persiguiendo sus propios intereses con un mínimo de obligaciones”.
Para alcanzar esto, la sociedad requiere
  • Abandonar los estándares de objetividad moral;
  • Rechazar todo tipo de narrativismo religioso o cultural que se origine fuera de uno mismo, a no ser que sea elegido;
  • Repudiar la memoria del pasado como irrelevante, y
  • Distanciarse de la comunidad y de cualquier obligación social que no haya sido elegida. 
Este estado mental se aproxima mucho a la condición conocida como barbarie. Cuando pensamos en los bárbaros, nos imaginamos a hombre salvajes, tribales y rapaces, asolando las ciudades, destrozando las estructuras y las instituciones de la civilización, simplemente porque pueden hacerlo. Los bárbaros son gobernados solamente por una voluntad orientada al poder, y nadie sabe ni le interesa qué es lo que están aniquilando.
Si tenemos en cuenta estos estándares, deberemos aceptar que nuestra sociedad occidental, a pensar de nuestra riqueza y sofisticación tecnológica, está viviendo en estado de barbarie, aunque no lo reconozcamos. Nuestros científicos, nuestros jueces, nuestros príncipes, nuestros académicos y nuestros escribas, se encuentran ocupados en demoler la fe, la familia, el sexo; en fin, todo aquello que signifique ser humano. Nuestros bárbaros han cambiado las pieles de animales y las lanzas del pasado, por trajes de diseñadores y teléfonos inteligentes. 
MacIntyre concluye Después de la virtud mirando hacia lo que ocurrió en Occidente luego de que las tribus bárbaras asolaran el orden imperial romano:
Un cambio crucial ocurrió en aquel momento cuando hombres y mujeres de buena voluntad abandonaron la tarea de apuntalar el imperio romano y dejaron de identificar la continuidad de la civilización y de la comunidad moral con el mantenimiento de ese imperio. Lo que se propusieron conseguir -aunque no siempre se dieran cuenta de lo que estaban haciendo- fue la construcción de nuevas formas de comunidad dentro de las cuales la vida moral podía ser sostenida, de modo tal que la moral y la civilización podrían sobrevivir los siglos y la barbarie, y la oscuridad que se avecinaban.
En la lectura que hace MacIntyre, el sistema pos-romano había caído demasiado lejos para ser salvado. San Benito actuó sabiamente al abandonar la sociedad y al iniciar una nueva comunidad cuyas prácticas preservarían la fe de las amenazas que sobrevinieron. Aunque todavía no era cristiano, MacIntyre, llamaba a los tradicionalistas que todavía creían en la razón y en la virtud a formar comunidades dentro de las cuales la vida de virtud pudiera sobrevivir la larga Edad Oscura que se aproximaba.
El mundo, dice MacIntyre, espera “otro -y sin duda muy diferente- San Benito”. Los cristianos sitiados por las furiosas aguas de la modernidad, esperan a alguien como Benito para construir arcas capaces de llevarlos y dentro de las cuales vivir la fe, mientras cruzamos el mar de la crisis, la Edad Oscura que puede durar varios siglos.

En este libro encontraremos hombres y mujeres que son los Benitos de hoy. Algunos viven en el campo. Otros viven en las ciudad. Otros construyen sus hogares en las afueras de ellas. Todos son cristianos conservadores que están convencidos que, si los creyentes no salen de Babilonia y se separan de ella -sea metafóricamente, sea realmente-, su fe no sobrevivirá otra generación en esta cultura de la muerte. Y reconocen una verdad que no es popular: la política no nos salvará. En vez de apuntalar el orden político actual, se han dado cuenta que el reino del cual ellos son ciudadanos no es de este mundo, y han decidido no comprometer ni arriesgar esa ciudadanía.
Lo que estos cristianos conservadores están haciendo son las semillas de lo que llamo la Opción Benito, una estrategia que se inscribe en la autoridad de las Escrituras y en la sabiduría de la antigua Iglesia, y que consiste en abrazar el “exilio en el lugar” y formar una vibrante contracultura. Reconociendo las toxinas del secularismo moderno, como también la fragmentación causada por el relativismo, los cristianos de la Opción de Benito miran a las Escrituras y a la Regla de San Benito buscando modos de cultivar prácticas y comunidades. En vez de entrar en pánico o permanecer complacientes, reconocen que el nuevo orden no es un problema para ser resuelto sino una realidad con la cual convivir. Serán aquellos que lo soportarán con fe y creatividad, profundizando sus propias vidas de oración y adoptando prácticas piadosas, enfocándose en las familias y las comunidades en vez de en partidos políticos, y construyendo iglesias, escuelas y otras instituciones dentro de las cuales la fe cristiana pueda sobrevivir y prosperar mientras atravesamos la inundación.
No se trata solamente de nuestra supervivencia. Si vamos a estar en el mundo como Cristo quiere que estemos, deberemos pasar más tiempo fuera del mundo, en oración profunda y en una vida espiritual seria, así como Jesús se retiró al desierto para orar antes de comenzar su ministerio. No podemos darle al mundo lo que no tenemos. Si los antiguos hebreos se hubieran asimilado a la cultura de los babilonios, habrían dejado de ser una luz en el mundo. Lo mismo ocurre con la Iglesia.
La realidad de nuestra situación es alarmante, pero no podemos darnos el lujo del pesimismo histérico. Hay bendiciones escondidas dentro de esta crisis si sabemos abrir los ojos a ellas. Así como Dios usó el castigo en el Antiguo Testamento para traer de regreso a su pueblo, así también puede estar juzgando a la iglesia y al pueblo nacidos del egoísmo, del hedonismo y del materialismo. La tormenta que se aproxima podría ser el medio a través del que Dios nos libre.

The Benedict Option, cap. I. 
Traducción de Wanderer